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En La Voz de Jaime Ovalle. “Somos tan frágiles”

Todos hemos sido testigos y hemos podido observar con tristeza las imágenes que circulan de los terremotos de Siria y Turquía.

Con una magnitud de 7.8 han dejado como saldo extensas zonas completamente devastadas, en ruinas, asoladas, pero lo más importante, han dejado millones de personas que no solo están llorando lo que han perdido, como sus casas y negocios, sus esfuerzos de toda la vida, pero además también lloran a sus muertos, que hasta el momento llegan ya a mas de 35,000.

Un terremoto de esa magnitud es ya inimaginable, ahora agreguémosles la profundidad a que se dio, a tan solo 18 kilómetros, ciertamente es una combinación absolutamente mortífera.

Duró casi dos minutos, esos dos minutos seguramente fueron una eternidad para quienes lo sufrieron, era de madrugada y estaban durmiendo. Dos eternos minutos que seguramente, han sido los más aterradores de toda su vida.


Imagínese usted lo que esta gente pudo haber sentido, uno debe querer volverse loco, la mayoría de las familias en Siria y Turquía viven en edificios, y ciertamente no hay ninguna estructura que pueda estar preparada y que resista un terremoto de esta magnitud y duración.

El terremoto más grande de la historia sucedió en Chile, un 22 de mayo de 1960 y fue de magnitud 9,5. Yo simplemente no puedo imaginármelo.


Como a muchos de ustedes, a mí también se me encogió el corazón con las imágenes y vídeos del dolor de la gente, como la de un padre petrificado por el frío y la desesperación agarrado de su hija muerta sepultada por los escombros. Y entonces me pongo a pensar lo frágiles que somos y como en segundos, todo puede cambiar.

No, no tenemos la vida comprada, ninguno de nosotros tenemos la vida comprada, somos frágiles y ante tragedias como esta, además de solidarizarnos, debemos reflexionar sobre

nuestra propia vida.

Si me fuera mañana ¿He dado los abrazos que debí dar? ¿He dicho “te quiero” a las personas que amo? ¿He perdonado y pedido perdón?

Todo mi cariño y pensamientos positivos para los habitantes de aquellos dos países que hoy enfrentan una de las mayores tragedias de la humanidad. Que todo su dolor y sufrimiento se conviertan en paz y que puedan continuar. Y a usted, querido lector, simplemente le invito a que cada día, sepa elegir ser feliz, aún en medio de las circunstancias más difíciles, no se limite a dar abrazos, besos, no se limite de amar, de hablar, de sonreír, porque aquí... aquí solo estamos de paso.

Y que al final de este “paso” dejemos buenos recuerdos a quienes nos recordaran. Que tenga usted una maravillosa semana ¡Un abrazo al corazón!



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